El ejercicio del culto religioso y las
creencias han sido en la historia fenómenos
controvertidos, por ello se
han y se siguen generando hechos de
violencia. En la era de los derechos
humanos se busca atemperar la intolerancia
con el reconocimiento de la
diversidad religiosa, además de reglamentar
dichas asociaciones. Se recurre
a la esfera nacional e internacional de
los derechos de libertad de conciencia
con la condición de que el Estado
sea un ente laico sin vínculo asociativo
a credo y con una posición neutral
como mecanismo para la paz.